18/5/17

CERTAMEN DE RELATOS X JUSTICIA. Segundo Premio.- ARCO IRIS

El atardecer acechaba y el sol se ocultaba dibujando la oscuridad de la noche que se reflejaba en la caída de la tarde, comenzaba el cielo a tornarse de color grisáceo pues la noche se divisaba tras la claridad del día. Este atardecer iba a ser el presagio de lo que John iba reteniendo en su memoria, pues en el colegio había vivido esa semana la más infinita tristeza por la narrativa expuesta de su amigo Peter.
Según iban pasando los días de la semana, la maestra Mary pensó que para trabajar el proyecto que tenía en mente sobre “Un mundo más sostenible y justo”, los niños y niñas deberían desarrollar sus habilidades y destrezas, ellos debían de establecer un debate de su forma de vida y, de este modo, aprenderían a simpatizar, a solidarizarse y sobre todo a utilizar uno de los valores primordiales del ser humano: la empatía. Al final de la semana trabajarían en equipo y todo lo expuesto por ellos sería grato, pues intentarían apoyarse unos a otros, aprenderían a familiarizarse y a que no existiese discriminación, todos estarían unidos y serían una familia en el cole.
John vivía con sus padres y su hermana de tan sólo tres años de edad. Él era feliz en su infancia porque era una familia muy bien acomodada, su padre era médico y su madre Natacha tenía un bufete de abogados. Así que relató que tenía muchos juguetes y no le faltaba de nada.
Sin embargo cuando le tocó el turno a Peter no sabía qué decir. Se sentía indefenso, como a veces nos sucede en el día a día, hay algo que no quieres contar a nadie, es un secreto guardado permanentemente para ti, evades la pregunta e intentas salir por otros derroteros. Piensas: ¡Tierra trágame! Empezó a balbucear, pues la mayoría de las historias contadas eran interesantes y sus vidas eran plenas.
La maestra se acercó al alumno para mostrarle su empatía y conseguir que estuviese más tranquilo, empezó diciendo a la clase que todos eran importantes en la vida y que de cada uno se aprende porque cada persona muestra sus valores y habilidades para desarrollarse y, que todos eran un grupo del cual se substrae muchos valores positivos que se exponen en el aula cotidianamente y se transmiten en el hogar.
Así pues Peter, ya más tranquilo, comenzó a relatar su modo de vida:
Vivía en un pequeño poblado, pues con el paso de los años y viendo que los recursos mínimos escaseaban la mayoría de los habitantes emigraron a las grandes ciudades para labrarse un futuro mejor. Sin embargo su familia y otras familias ubicaron allí su residencia quedándose, ya que ellos eran lo que conocían y no querían perder sus tradiciones y arraigos pues eran autóctonos. Su casa era una especie de chabola que sus padres habían construido de adobe, barro y cañas del monte. Hacían fuego, pues no tenían una cocina o calefacción como los demás. Ayudaba en las tareas domésticas: ir a por agua a un pozo artesano que transportaba en cubos, cultivar sus hortalizas y cuidar del huerto. También tenían un establo donde criaban a su ganado, ovejas y cabras, por lo que se alimentaban de su carne, leche y elaboraban queso. Cazaban animales en el campo como conejos y perdices y, pescaban algún pez cuando el río arrastraba generoso estos seres vivos para su alimentación. Después su padre y otros vecinos se desplazaban dos días a la semana a vender sus productos a la ciudad. Sin embargo no siempre regresaban con fuerza y ánimo para seguir adelante, pues a veces las ventas eran escasas y la tristeza en sus rostros les embriagaba.
Peter llevaba una indumentaria precaria pues no tenían mucho dinero para que tuviese ropa de marca, cualquier chándal o ropa formal a diferencia de cómo iban vestidos otros niños.
Además de todo ello para ir a la escuela atravesaba un angosto sendero por el bosque y salteaba piedrecitas para cruzar el arroyo, pues sus padres querían que su hijo tuviese una educación que ellos no habían tenido y, así escapar de la escasez y cuando fuese adolescente marchar a una gran ciudad para tener un nivel de vida mejor.
Al escuchar el argumento que presentó Peter, todos los compañeros se quedaron atónitos ante sus palabras. De hecho Mary, al ver la reacción de los niños, no quería que se sintieran tristes y empezó a contarles un cuento que improvisó en el momento:
“Había una vez un grupo de niños que tenían mucha imaginación y creatividad. Se reunían todos los días para hacer algo nuevo y novedoso, algo que nadie hubiese creado. Cuando algún día fallaban en su empeño o hacían algo malo (se enfadaban, no colaboraban,…) los colores que pintaban se volvían tenues, sin brillo, no tenían luminosidad, como si la luz del día se hubiese borrado y sólo se contemplaba la oscuridad de la noche. Así que meditando en ello descubrieron que aquello que les hacía desarrollar su creatividad era el Amor. Sí, el Amor todo lo puede y todo lo que hagamos con este sentimiento nuestro mundo será mejor, por lo que tenemos que hacer cosas buenas para que las cosas fluyan, se manifiesten, decían una y otra vez.

Día tras día estos niños veían que aquellas manualidades y experimentos que hacían brillaban más que nunca, de igual forma que la estrella más importante del Universo que es el Sol.
Finalmente descubrieron que estando unidos y poniendo en cada cosa que hacían mucho Amor, todo les iba mejor. Eran como ‘Un Arco Iris” que sólo brilla tras cesar la tempestad (la lluvia) dando lugar al Sol, pero ellos brillaron siempre como una luz que nunca se apaga. Por lo que esta camarada decidió denominarse ‘Arco Iris’ y era la contraseña que usaban cuando se juntaban en un garaje que tenían los padres de uno de ellos. Desde aquel mismo instante estos pequeños establecieron un estrecho lazo de unión, de amistad y por donde iban siempre desprendían Amor.”
Esa tarde John estaba muy pensativo y sus padres se sentaron con él para que les explicara qué le pasaba. Entonces sucedió que John no sabía cómo comenzar a descifrar lo que había vivido esa última semana en el colegio. Estaba cabizbajo y con poco que le decían sus mayores lograba sacarle de quicio, enfadarse como nunca lo habían visto jamás, estaba irritado como si el enfado se expandiese por todo el firmamento y su autoestima había decaído.
Los padres dejaron tranquilo a su hijo que merendase e hiciese sus deberes y, una vez que John tuviese ganas, se dirigirían a él otra vez para oír sus palabras. De hecho así sucedió. John empezó entre sollozos a contar la historia y el modo de vida de su amigo Peter, pues así era para él a pesar de que llevaban dos semanas en el cole y no se conocían antes pero los dos compartían pupitre y esto les hizo que se uniesen cada día más. Ante el discurso que escucharon sus progenitores intentaron dar un giro de 360º para que lo que había relatado John no se quedase vacío sin contenido, es decir, que no tuviese cierta repercusión y mostrar su solidaridad y apoyo a esta familia que lo necesitaba.
Pasaron los días y Natacha y Mario, sus padres, intentaron que John se sintiese feliz. Poco a poco fueron desgranando, al igual que una granada, un resumen de nuestra sociedad, en realidad de nuestra vida:
“Todos los niños y niñas del mundo no deberían sufrir y ser siempre felices. Hay personas que viven una infancia de pobreza porque sus pilares, sus padres, no tienen mucho dinero y lo poco que tienen es para sobrevivir. Además son seres excepcionales porque con lo poco que tienen se bastan, no reclaman nada y, también suelen ser muy generosos mostrándote su afecto a cambio de nada.
Así pues en nuestro siglo XXI debemos dar gracias porque muchas situaciones injustas que vivimos o viven otras personas se están solucionando o se intentan evitar, aunque en la actualidad hay mucho camino por avanzar.
De todas formas no te preocupes hijo porque nos movilizaremos y buscaremos ayuda para tu amigo.”

Esa noche John se fue a la cama con la sensación de que todo iba a ir bien, así que durmió como una marmota hasta que su madre le despertó para levantarse a la mañana siguiente para ir al colegio.
Al día siguiente Mary los recibió con una gran sonrisa, pues era una mujer comprometida con las personas más vulnerables y adoraba a aquellos “angelitos”. Decidió que ese día harían un gran mural de un arco iris en relación al cuento que escucharon de su voz. Para ello los alumnos y alumnas marcarían sus manos en pinturas de colores haciendo la forma del arco iris y, lo pondrían en el aula. Después si alguno de ellos se enfadaba, no quería colaborar o dijese una mala palabra, el mural se llenaría de caritas tristes, por el contrario serían caritas alegres y el mural iluminaría con más intensidad su estancia en la clase. Todos estaban entusiasmados por ver cómo quedaría esa creación que todos iban a hacer.
Al finalizar la clase, Mary se reunió con el consejo escolar y comentó la problemática que tenía con un niño de su curso llamado Peter. Todos se mostraron decisivos a la hora de colaborar, los padres de John estaban presentes y decidieron hablar con la máxima autorización de la ciudad, el Alcalde, para que les apoyara en este proyecto y, así ayudar no sólo a la familia de Peter sino también a todos sus vecinos.
Algunos padres, el Alcalde y algunas empresas de la ciudad se reunían todas las semanas para la creación de este gran proyecto que ayudaría a esta familia. De hecho elaboraron unas líneas de actuación:
1. Un plan. Qué debían planificar para llevar a cabo esta labor.
2. Un proyecto. Qué hacer con una metodología y objetivos para darlo utilidad.
3. La meta o finalidad que debían de perseguir.
Lo primero que estas personas hicieron fue ir a ver el poblado donde vivía Peter. Allí in situ vieron todo aquello de lo que carecían:
 Decidieron hacer unos planos para construir unas viviendas dignas, aunque fuesen más rústicas que las de la propia ciudad, pero que tuviesen todo lo esencial para vivir dignamente.
 También pensaron en acomodar el trayecto que recorría el niño todos los días para ir al cole, pues distaba de su aldea unos dos kilómetros. Este sendero era lícito que el Ayuntamiento y su representación el Alcalde pudieran intervenir en su modificación puesto que ahora esas tierras eran propiedad del Consistorio Municipal. Hace años esas tierras pertenecían a varios propietarios pero que no lo tenían adecentado y el Ayuntamiento les dio un plazo, al no arreglarlo pasó a depender de él; esto ha pasado en muchos municipios tanto en la antigüedad como en la actualidad, ya que los propietarios por ciertas rencillas que habían tenido ninguno quería hacerse cargo de ello y lo dejaban en la ruina hasta que pasaba a propiedad del Ayuntamiento.
   Además pensaron en conseguir a su padre y a sus vecinos un vehículo más ligero, un turismo, que les llevase a la ciudad a vender sus productos y si tenían que ir al médico. También necesitarían este transporte para resolver asuntos burocráticos.

    El padre de John era médico y se ofreció a ir dos días a la semana a visitar ese entorno familiar y, llevar medicamentos que necesitaban. También John era el interlocutor si Peter le comentaba de algún enfermo que debían de trasladar al hospital.
   Peter por su educación recibida y su carácter amable y, por callar ante su situación actual le proporcionaron una bicicleta para desplazarse al colegio. Esto era provisional, ya que cuando arreglasen el camino pasaría una furgoneta todos los días a recogerlo para el cole y para su regreso a casa.
   Más tarde, según avanzaban las ansiadas obras, el antiguo consultorio médico se reformaría y lo darían uso, puesto que éste había quedado vacío por la despoblación. Entonces no tendrían que desplazarse al centro médico de la ciudad ya que el personal médico se ubicaría en el poblado para ofrecerles un cuidado necesario e imprescindible.
La ciudad se volcó con esta familia y trabajaron duro sin descanso durante varios meses para que todo estuviese preparado y listo. La familia de Peter no sabía cómo agradecer tanta solidaridad de la gente, estaban pletóricos.
Mientras Peter jugaba con su amigo John, pues algunas tardes el padre de John lo recogía en su ‘chabola’ y lo llevaba con su hijo a pasar la tarde juntos. Peter comprendió que un niño no necesitaba muchos bienes materiales si en su hogar tenían para alimentarse y no les faltaba la unión familiar, así que le enseñó juegos que jamás había visto antes y que no podía poseer. Aprendió a compartir. Su amistad crecía según pasaban los días.
Llegó el otoño y las obras habían finalizado. Todos: los vecinos del poblado, el Alcalde, personas anónimas que ayudaron en la obra y sobre todo John y su familia lo festejaron haciendo una gran fiesta. Estaban ilusionados, felices y más aún la familia de Peter, pues se maravillaban de la existencia de personas tan buenas como todos ellos.
Finalmente ‘El Arco Iris’ brilló más que nunca porque el Amor todo lo puede y empleando la empatía nos daremos cuenta de la importancia que tiene para una persona el prójimo. Un ser por sí solo está vacío, no tiene nada. Ofrezcamos la mano a nuestro ‘hermano’.

Seudónimo: Chaqueta
Autora: Elena Lázaro Mora

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