30/5/14

"De boda en Cuenca". Actividad Taller Paseo del Huécar

Crezca el honor de la espiga y el trigo
Crezca el honor de novios y padrinos
Crezca el honor de los mozos y mozas
Crezca el honor de la espiga y la rosa

Con un sí que dio la novia
A la puerta de la iglesia
Con un sí que dio la novia
Entró libre y salió presa

Crezca el honor de la espiga y el trigo
Crezca el honor de novios y padrinos
Crezca el honor de los mozos y mozas
Crezca el honor de la espiga y la rosa

Qué bonita está la sierra
Con el tomillo florido
Más bonita está la novia
Del brazo de su marido
                        Nuevo Mester de Juglaría


Suenan campanas en San Andrés, con ritmo alegre, no como de difuntos o de maitines. Apenas despunta el sol detrás del cerro socorro, y más parece momento de ir a la procesión del Rosario de la aurora o a ver salir las turbas de El Salvador. Pero no, hoy es un día especial. Todo es actividad en casa de Milagros, hoy es el día esperado, el día preparado. Hoy es el día de la boda.

A las siete en casa de Obdulia, a las ocho en casa de Gregoria, a las nueve en casa de Petra, a las … en casa de cualquiera de las mozas que en plena juventud, rozando los veinte años, se preparan para celebrar con orgullo e ilusión el día de su boda. Puede que hasta el momento, este sea el día más importante de su vida, que luego quedará relegado por otros muchos días más importantes de su vida, protagonizados en los más casos por sus hijos y luego por sus nietos y biznietos.

La novia lleva un vestido negro, único para la ocasión o en algún caso heredado de una hermana mayor, que ha quedado guardado en la casa como “oro en paño” esperando tan señalada celebración. La cabeza coronada con una sencilla mantilla blanca, de la abuela, o de una vecina que es más que familia. Vista desde cerca se reconoce como una verdadera obra de arte de fino encaje de bolillos, tejida por manos delicadas casi angelicales de alguna otra moza o en el recato de algún convento.

Completa el conjunto un fastuoso ramo de flores, blanco y rosado con un delicado lazo en la base y una disposición que facilita el soporte sobre el brazo. Está tan cuidado que hace falta acercarse para descubrir que realmente son de plástico o de tela, y que habitualmente no es su primera ceremonia nupcial. Una flor hurtada al ramo adorna el ojal de la novia, iluminando para la fiesta el traje negro.

El novio viste un discreto traje también oscuro, adornado miméticamente en su ojal con otra flor igualmente robada al ramo. El pañuelo blanco con la inicial bordada por la novia, perfectamente doblado se aloja curioso en el bolsillo superior de la chaqueta y una estilizada corbata negra aprisiona el desacostumbrado cuello de la inmaculadamente blanca camisa.

El cortejo, apenas unas docenas de personas entre familiares y vecinos, acompaña el caminar de la pareja hasta la iglesia cercana.

El gasto, convite preparado para agasajar a los invitados, siempre chocolate y bollos, o magdalenas preparadas el día anterior por la propia novia como en el caso de Gregoria. En unos casos se improvisa en la propia casa un salón de capacidad suficiente, trasladando parte del mobiliario de la sala principal a otras habitaciones adyacentes. Los más acuden a la Barinba en la calle de los tintes.

Si además tenemos comida, más frecuente en bodas de pueblo, como cuentan Obdulia y Ángeles, unas buenas sartenes de carne frita de cordero en el salón social del ayuntamiento, prolonga la celebración. En algún caso se completa con una cena de buenas judías.

Y que no nos falte el baile, que Loli y Carmen recuerdan en dos afamados salones de Cuenca: La Casa Cartón y El Tubo. Si además tienes la suerte de ser músico como Aniceto, cuentas con los profesionales de la Banda para amenizar tan importante velada.

Bodas religiosas, sentidas y duraderas que llegan a ser primero de Plata y luego de Oro para volver a celebrarlas como Eloisa con hijos y nietos.

Los menos tienen un viaje de bodas a Madrid, que Carmen, Loli y Ángeles recuerdan como apasionante. Petra en cambio no tuvo tiempo, el ahora marido marcha a la siega al día siguiente de la boda y una se queda temporalmente “compuesta y sin novio”.

Buen momento para recordar, tiempos pasados, vividos y en ocasiones casi olvidados de no repasarlos, tanto que a veces necesitamos hacer cuentas para concretar el año, que el día y la hora están bien grabados. Ahora cuando se les trae a la memoria, suman melancolía y añoranza por quienes ya no están, pero también afloran una sonrisa y muchos buenos recuerdos de toda una vida pasada.



¡¡Vivan los novios!!

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