En la línea de actividades del Programa Biblioteca Solidaria, acompañados por los chicos de APROMIPS, nos hemos sumergido en El Libro Negro de los Colores.
El protagonista de esta aventura lectora, Tomás, no puede ver los colores y nos invita a descubrirlos como lo hace él, desde la oscuridad de sus ojos.
Con su atractivo formato, totalmente en negro para introducir al lector en el mundo de la discapacidad visual, incluye en cada página un texto escrito y su transcripción en Braille, además de acompañarlo de ilustraciones en relieve que refuerzan la asimilación de colores y formas.
El protagonista de esta aventura lectora, Tomás, no puede ver los colores y nos invita a descubrirlos como lo hace él, desde la oscuridad de sus ojos.
Con su atractivo formato, totalmente en negro para introducir al lector en el mundo de la discapacidad visual, incluye en cada página un texto escrito y su transcripción en Braille, además de acompañarlo de ilustraciones en relieve que refuerzan la asimilación de colores y formas.
Desde la experiencia que nos propone este libro hemos podido leer
cómo son los colores sin poder verlos; pasar los dedos sobre las páginas, sentir lo verde que es la hierba o lo rojas que son las fresas. Técnicos, voluntarios y alumnos en prácticas hemos
compartido varias sesiones con los chicos en las que hemos podido disfrutar de
las descripciones de Tomás, “sintiendo” como él cada color.
Hemos
trabajado a lo largo de varias sesiones con este libro, a partir del cual hemos
planteado distintas actividades que facilitaran la memorización e
interiorización de la historia de Tomás, como rallar con una pintura y un folio
para que apareciera el dibujo que había en relieve o preparar el contorno de
los objetos que van apareciendo para que los chicos lo rellenaran del color
correspondiente con distintos materiales como hilo, recortes de revistas…
El lunes 17
de febrero, en la que sería la última sesión de lectura del libro, presentamos La caja negra de los sentidos, una dinámica
a través de la cual los chicos pudieron potenciar sus sentidos y llevar a la
realidad la experiencia que se cuenta en el libro; desde oír la lluvia y el
viento, hasta oler la hierba recién cortada, pasando por tocar las nubes (¡no
las de verdad!, sino trocitos de algodón) y saborear la acidez de las fresas.
Ha sido genial poder explicar igual que Tomás a
qué huelen, cómo se sienten y a qué saben los distintos colores, adentrando a
los chicos en un mundo que no se habían planteado que podría existir. Una
experiencia fantástica que compartimos con todos vosotros para que, igual que los
chicos, podáis descubrir este mundo que rara vez nos planteamos
descubrir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario