“Con cien cañones por banda, viento en popa a
toda vela….”

Siempre viajando, sin apenas movernos, desde la
fantástica atalaya que supone nuestro envidiado balcón, puesto de vigía
inigualable sobre el Huecar en la Puerta de Valencia.
Hoy a bordo de un ballenero, recorriendo mares
y océanos desde Canadá hasta China en
busca de la gran ballena blanca. Mañana a lomos de Rocinante por las llanuras
manchegas luchando contra unos misteriosos batanes o liberando presos que
caminan protegidos a galeras, en ese acercamiento mensual que hacemos a nuestro
querido Don Quijote de la Mancha.,. Dos protagonistas: un capitán de ballenero
y un caballero andante; tan parecidos y tan diferentes. Tanto da una lanza que
un arpón. Tanto da un inmenso cetáceo que un espigado molino de viento. Ambas
locuras atrapan a nuestros ávidos lectores y les permiten, desde el confort de
una mesa soleada y sin riesgo, disfrutar la aventura, sin compromisos, con
derecho a crítica y pataleo, pero saboreando ambos libros en sus tardes de
lectura.
Ahora no podemos permanecer quietos. Hacemos de
nuevo la maleta, miramos al otro lado del océano y de nuevo encontramos una
apetitosa invitación. “Un jamón”, dice nuestra protagonista, que es a lo que se
parece el mapa de Nueva York, y sin pensarlo, nos lanzamos, otra vez sin red, a
leer una aventura de niños que entienden mejor los mayores. Una novela escrita
hábilmente por esa gran mujer y mejor escritora que fue Carmen Martín Gaite.
Esto no es un cuento, nadie se confunda, es casi una guía de viaje, también
interior, cuyo título trata de despistar: “Caperucita en Manhattan”.
Bienvenidos a la aventura. ¡Que nadie se lo
pierda¡
No hay comentarios:
Publicar un comentario